Siempre
estuve ahí
en la
sombra de tus parpados
en tu paso
vagabundo
en los lugares
que acostumbra tu ausencia
en los
secretos que no revelas
en los exhalos
que le has negado al mundo
para negar
mi existencia
y aún así
te guardo
en el lugar que no palpo ni veo
en los
latidos del perro muerto
en la
cadera de la luna
en la piel
de los rios naufragantes
que regalan
todo y nada
tan solo para
recibir un roce de tus labios.
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